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¿HUELLA DE ZAPATO DE MÁS DE 500 MILLONES DE AÑOS DE UTAH?

A finales de los sesenta, un dibujante y coleccionista de fósiles llamado William J. Meistes realizó un descubrimiento desconcertante. En Utah, cerca de Antílope Springs localizó la huella de un zapato dentro de un bloque de pizarra. Junto a ella, también halló los restos de trilobites, una especie extinta hace millones de años.


Después de su hallazgo, Meister se apresuró a compartir la nueva información que tenía con el mundo. Para ello, se dedicó a escribir un artículo en la revista Creation Research Society Quaterly.
En dicho espacio, dio a conocer que los fósiles encontrados debían tener entre 590 y 505 millones de años. Con un número como este, el hecho de hallar una pisada de zapato junto a estos despertó un enorme revuelo.
La marca del talón estaba incrustada en la piedra tres milímetros más que el resto de la huella. La pisada parecía pertenecer al pie diestro, porque el calzado estaba más desgastado en el lado derecho del tacón, como sucede en cualquier zapato de ese pie”. Estas son las palabras con las que Meister describió la misteriosa huella.
Con el motivo del descubrimiento de este coleccionista, la comunidad científica no dudó en interesarse en el tema. Por ello, variados hombres de cienia terminaron por ir a visitar el lugar del descubrimiento.
Entre ellos se encontraba el geólogo Maurice Carlisle. Este, pudo probar que la huella había estado en la superficie luego de encontrar rastros de barro en ella. Sin embargo, la comunidad científica terminó por desestimar su aporte al denominarlo una simple “rareza”.


Podríamos pensar que fue este el primer vistazo que llegamos a tener de una huella de esta antigüedad. Sin embargo, décadas antes, en 1922 el diario New York Sunday American hizo una publicación que dejó a todos a la expectativa.
En ella, relataban cómo un ingeniero y geólogo conocido como John T. Reid halló una huella en sus excavaciones. Esta parecía tener detalles que hablaban de una obra de manufactura humana.
Sin embargo, a pesar de que Reid llevó el fósil al Museo Americano de Historia Natural, su solicitud no fue tomada en serio por ninguno de los científicos. Todos concordaron en que solo se trataba de otra imitación creada para confundir. No obstante, una vez Reid decidió contratar a un experto por su cuenta, la respuesta cambió. Según un químico del instituto Rockefeller, la huella daba lugar sin muchas dudas a una creación humana impresa en un sedimento de la era triásica.

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